Al morir, Juan hizo la fila para escuchar la sentencia de San Pedro. Cuando llegó su turno, lo saludo a él.
"Hola, St. Peter!"
Juan muy ansioso pero confiado de sí mismo, lo saludo con toda buena onda.
"Hola, Juan."
San Pedro le contestó con la misma amabilidad que daba a todos que vienen a él. Miró su Gran Libro y sonriente le dijo a Juan:
"Usted hijo, ADENTRO. Entra la puerta detrás de mí."
Juan entonces, sonriente también, caminó por la puerta señalada. Parecía cerca pero no lo era. Tuvo que caminar casi media cuadra. Muchas blancuras que uno fácilmente lo puede sentir y entender que son nubes.
Al llegar a la puerta, se dio cuenta del cartel en la puerta que dice FUEGO PROHIBIDO. Le causó gracia y sorpresa que pensaba volver a preguntar a San Pedro. Otro alma que le sigue lo detuvo.
"Sigue adelante hermano. Acaso quieres avisar a San Pedro que se ha equivocado al mandar a esa puerta y no patearle allá abajo?"
Juan quedó pensativo por un minuto.
"Claro que no. Nunca fume en mi vida."
El otro solo le sonrió. Juan dio vuelta y siguió caminando hacia la puerta.
Mientras San Pedro sigue atendiendo otras almas. El turno de Clara llegó.
Ella saludó a San Pedro con cara de onda canchera. Clara era una mujer muy joven pero se veia mas años que su edad cuando vivía en la tierra.
"Hola Amigo!"
San Pedro la miró con simpatía y cara seria.
"Hola!"
San Pedro puso su mirada en su Gran Libro. Le daba muchas vueltas y cerró el libro.
"¡Claro, eres Clara!"
Clara se puso contenta por su reconocimiento.
"Si! Lo soy!"
San Pedro tenía una escritorio alto y estrecho que sólo puede acomodar un libro grande. El atiende parado frente a ese escritorio que no se veía entre tantas blancuras que hay en el alrededor. Se nota que su escritorio tiene otra estante por dónde sacó otro libro más grande que la otra además color gris. De allí, buscó el nombre de Clara.
Encontró el nombre de Clara. La miró con tristeza en sus ojos.
"En este libro dice claramente AFUERA."
Clara lo miró confundida, ya con las cejas formando en V, las cejas encontrándose.
"¿Que queres decir AFUERA!"
San Pedro contestó amablemente.
"Te quedas AFUERA."
"Porque?"
San Pedro tomó un ratito antes de contestar. Mientras ante las propias ojos de Clara, empezaron a pasar su historia de vida en la tierra. Antes del final, ella empezó a sacudirse, temblar y llorar. Allí, San Pedro la miró fijo dando su respuesta.
"Porque ADENTRO, NO HAY FUEGO."
Al mencionar la palabra fuego, el humo gris que envuelve el libro gris fueron a abrazar a Clara y se la llevaron.
Al hacerlo, el libro desapareció de nuevo.
Colorín, colorado, el cuento se ha terminado.
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