Alguien una vez me había aconsejado:
"No hagas o digas nada que no te conviene."
Parecía un buen consejo.
A lo largo del tiempo, me dio cuenta que el consejo en realidad significa:
"Solo diga 'Sí' o confirmas, no importa lo que te digan, así serás recibida e incluida a la familia."
En lugar de asentir, me callé y observé.
¡Caramba! ¡Me quieren llevar al infierno!
Pero es un infierno que parecía hermoso. Es por donde hubo mucha pasión en todo.
Pasión por la ambición; la posesión sobre cosas materiales incluido hacia personas como un muestro de "amor"; al pertenecer a cualquiera donde una está recibida de brazos extendidas tan grande que distrae la verdadera paisaje del alrededor; y más que todo, al sentirse perteneciente por la cantidad del miembro del mismo pasión.
¡Vaya! ¡Me querian engañar!
Entonces me detuve. Pausé. Paré. Porque estaba perdida y confundida.
Mientras los demás, la gran magnitud de masa continuaba y se iban, me quedaba atras.
Me quedé sola. Lo raro, sentí tranquilidad.
No tenía que complacer más a nadie, ni callar o asentir para no quedarme echada por fuera.
Lo bueno es la Libertad.
Libertad de ser Yo mismo.
¿Yo mismo? Así la pregunta.¿ Acaso quién era Yo?
Con mi tiempo detenido logré volverme a quien era y reconocerme.
¡Aha! ¿Cuándo y quién me había cambiado?
Antes de llegar a contestarme, pasó un vehículo.
"Te quedaste atrás? Sube y te llevo por donde están los demás."
Era una invitación del conductor muy, pero muy convincente.
Mi impulso de ser humano me mandó saltar por dentro del vehículo.
En el camino, me preguntaba;
¿En verdad quiero volver a lo mismo o no?
En el proceso me acordé de mi Viejo Amigo que apareció como una luz afuera del vehículo.
"¡Ayúdame, por favor!"
Fue lo único que logré decir desde mi corazón y no tuve tiempo para recibir la contestación.
El vehículo llegó!
Llegamos a una ciudad. Una sociedad que está dentro de un muro alto.
El conductor me preguntó:
"No tengo permiso de llevarte conmigo hasta dentro de la ciudad sin tu asentamiento. ¿Venís o te bajas acá afuera?"
La pregunta me despertó de nuevo.
"Bajo y pensaré."
Así lo hice.
De afuera, ví cómo celebraban la gente dentro de la ciudad. Fiesta aca, fiesta allá por todo lado, parecía con tanta felicidad sin fin.
No hubo duda que cada uno se siente perteneciente y merecido de todas las que tienen y disfrutan como lujurias, bebidas y todo que uno se puede imaginar para tener un buen festejo. Hasta que me pareció que hubo un aniversario de algo.
Me quedé afuera igual.
Cuando sentí que estaba sola, de algún lado, un susurro me llegó a los oídos.
"Nunca estarás sola. No te desmayes ahora, sigo aquí."
Me di vuelta y ví un Luz por arriba.
Entonces sentí alivio.
Por lo menos, no caminaré en la oscuridad.
Me relajé. Sonreí. Más que todo, sentí valentía.
Y me fuí caminando lejos de la ciudad.
Encima canté la canción dedicada a mi por mi padre.
En español, Nunca Caminarás Sola.
Desde entonces, me encontré de nuevo.
Gracias a mi Viejo Amigo. Nunca más, mi amigo Jesus, permites que me alejes de ti,